domingo, 15 de agosto de 2010

Haz que se pregunten por qué sigues sonriendo.



Contigo aprendí
que existen nuevas y mejores emociones.
Contigo aprendí
a conocer un mundo nuevo de ilusiones.

Aprendí
que la semana tiene más de siete días
hacer mayores mis contadas alegrías
y a ser dichoso yo contigo lo aprendí.

Contigo aprendí
a ver la luz del otro lado de la luna.
Contigo aprendí
que tu presencia no la cambio por ninguna.

Descubrí
que puede un beso ser más dulce y más profundo,
que puedo irme mañana mismo de este mundo
las cosas buenas ya contigo las viví.

Y también aprendí
que yo nací el día en que te conocí



ERRORES, ERRORES.

Es apenas un instante, un momento, un segundo en el que uno equivoca el camino. A partir de ahí cada paso que damos nos aleja cada vez mas de nosotros mismos. No tenemos conciencia de los errores que cometemos, apenas una sensación, una pequeña voz interior que nos dice “algo está mal”. Y aunque esa vocecita está ahí seguimos adelante, ignorándola, equivocándonos, casi a conciencia. Lo ves venir. Sabes que eso que estás por hacer va a cambiar todo, y así todo lo haces. Ya te extraviaste, ya te vaciaste, ya te equivocaste, ya te fuiste, ya te perdiste, ya te traicionaste. Y ahí te mirás al espejo y ya no te reconoces, hay otro que te mira, te pregunta “¿Dónde fuiste? ¿Dónde estás?” . Un error lleva a otro error. Es tan fácil equivocar el camino y tan difícil volver de eso... Es un impulso, un momento irracional, y ya no hay vuelta atrás. Incluso cuando tenemos buenas intenciones un error puede cambiar todo, romper todo. Ya estás perdido, errado, extraviado, si no tenés rumbo ¿A dónde podrás ir? Hay alertas, hay advertencias, pero no las escuchamos y vamos directo al error. Errar es hacer algo pensando solo en nosotros y nada en los demás. ¿Qué nos pasó? ¿Por qué nos equivocamos tanto? ¿Por qué fuimos tan débiles? Cuando cometiste error tras error no podés ni siquiera quejarte, ni ese derecho tenés. Corrés, te desesperás, pero cuando tomaste el desvío el camino de regreso es más largo. Porque en tu desvío causaste dolor, heridas que tardan mucho en sanar. El dolor se transforma en resentimiento, en tristeza vieja, inolvidable. Ya no soy el que era, ya no sos el que eras ¿Dónde estás? ¿Dónde estamos? Querés volver el tiempo atrás, querés volver a ser quien eras, pero ya es tarde. Los errores del presente son las tragedias del futuro. Corrés pero ya es tarde, y mientras corrés tu alma llora, porque sabes que tendrías que haber escuchado esa vocecita, ese murmullo en tu corazón que te decía que estabas equivocando el camino. Corrés y corrés pero ya es tarde, solo podés mirarte al espejo y preguntarte ¿Dónde estás? Nosotros fuimos débiles, erramos el camino, nos traicionaos, nos distanciamos, perdimos los códigos, los valores, la amistad, el amor, y ahí nos volvimos vulnerables. De los errores se aprende, pero hay errores que no se pueden cometer, hay errores trágicos, irremediables. Nosotros no supimos ni sabemos aprender de nuestros errores, por eso pasa esto. Todos cometemos errores, todos nos equivocamos, pero también todos tenemos alarmas, una voz en lo más profundo de nuestra alma que nos dice “te estás equivocando, no lo hagas”, el error es no escuchar esa voz, es no reaccionar ante esa alarma. Y aunque te pierdas, aunque equivoques el camino siempre va a estar esa voz, esa voz que en lo más profundo de tu alma te marca el camino y te dice “hey, donde estás?,¿donde estás?”




Una vida nueva.

Esa canción que te conmovió, esa luz entrando a tu cuarto un domingo a la mañana, los bailes, las películas que nos hicieron reír, las ilusiones de adolescentes, las frustraciones, la desesperación, el miedo. Todo lo que vive dentro tuyo y simplemente se acaba, es una parte de vos que simplemente se va y es ahí cuando uno está listo para empezar una vida nueva.
No todos los días uno tiene la chance de empezar una vida nueva.
Una vida sin preocupaciones, una vida sin dolor, una vida relajada sin riesgos, una vida sin soledad, hacer solo lo que nos gusta eso es vida y para eso hace falta decir: adiós.
Adiós a lo que te hace mal, y hola a lo que te hace bien esa es mi filosofía y con mi filosofía bastante feliz he sido, hago lo que quiero, nunca hago lo que no quiero; hay que rendirse de una vez y aceptarlo, la vida es hermosa.
Cada día empieza una vida nueva, hoy empieza esta para mi y yo empiezo vivirla sin privarme de nada al menos así soy yo.




















Prométete a ti mismo que serás fuerte y nada destruirá tu paz mental.
Mira el lado bueno de todo, y haz que tu optimismo sea verdadero.
Piensa solo en lo mejor, trabaja para lo mejor.
Olvida los errores del pasado y archiva lo aprendido para el futuro.
Date mucho tiempo para probarte a ti mismo que no tienes tiempo para criticar a los demás.

Cuando crezcas descubrirás que ya defendiste mentiras, te engañaste a ti mismo o sufriste por tonterías. Si eres un buen guerrero no te culparás por ello, pero tampoco dejarás que tus errores se repitan.

Es justamente la posibilidad de realizar un sueño lo que hace que la vida sea interesante.



Pedir perdón.

La gente actúa con total liviandad, total haga la barbaridad que haga después te pide perdón y listo.
Si, te ahorro, puedo ser un bicho raro, pero para mí
‘nos vemos’ es ‘nos vemos’, ‘ te llamo’ es ‘te llamo’, ‘te quiero’ es ‘te quiero’. Si yo digo que voy a estar ahí vos sabes que voy a estar ahí. Ahora cuando alguien me dice a mí que va a estar ahí lo dudo, porque se perdió el valor de la palabra. Te pueden fallar total después vienen, te piden perdón, y ya está, así de fácil.
Pedir perdón no debería tomarse con tanta liviandad. El castigo precede al crimen decía Dostoievski, porque uno antes de cometer el crimen sabe el dolor que generará y asume la culpa. Esa culpa es el castigo ¿y uno pretende redimir esa culpa con un simple perdón?.
Un perdón
no puede reparar lo que hicimos mal. Para pedir perdón antes hay que estar dispuesto a reparar. ¿De qué sirve pedir perdón cuando no hay manera de reparar lo que hiciste mal?
Cuando no nos perdonan nos obligan a vivir con nuestro error, con nuestra culpa. Cuando no nos perdonan nos obligan a hacernos cargo de lo que hacemos. Un simple perdón no puede borrar el dolor que se causó.
Pedir perdón es poner una curita en una herida abierta que nosotros mismos provocamos. Insuficiente y a destiempo. Recién cuando nos hacemos responsables de lo que hacemos, ahí se puede empezar a construir algo distinto.
Suplicando a los gritos, de rodillas, implorando en todos los idiomas, pedir perdón no
alcanza, no repara, no alivia si no nos hacemos responsables de nuestras acciones.
Cuando no nos perdonan nos obligan a vivir con nuestro error, con nuestra culpa.

Porque un simple perdón no pude borrar el dolor.


Hay cosas imperdonables aunque se pida perdón en todos los idiomas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario